Triatleta Pileño: mayo 2013

sábado, 25 de mayo de 2013

XVII Triatlón de Sevilla


Bueno, pues aquí vamos con la crónica de este primer (pero no último) triatlón de 2013, el de casa, el de Sevilla.

Un triatlón del que guardo muy buen recuerdo ya que fue mi prueba de debut, en distancia SuperSprint allá por mayo de 2010. En esta ocasión, llegué con una preparación bastante mejorable, después de dos duatlones cross bastante moviditos, una gripe, y la mudanza que llevé a cabo en marzo-abril. Mudanza que supone que ahora no tenga piscina como tenía en Pilas, y que tenga que buscar una con urgencia si no quiero ahogarme literalmente en la próxima carrera.

En esta ocasión, mi gran amigo Miguel (que ya publicara la crónica del triatlón de Málaga 2011 en su blog) iba a ser mi compañero de fatigas. Aunque al nivel que llegábamos uno y otro estaba claro que íbamos a durar poco tiempo juntos en carrera.


Después de dejar las bicis en su sitio (sabiendo ya que cuando llegáramos a la T1 el agua de los bidones iba a ser caldo), y de zamparnos un solomillo al roquefort impresionante (cada uno), nos vamos a la cámara de salida. Miguel habiendo calentado unos minutos previamente y yo a pelo. “¡Suerte crack!”. Suerte en forma de ausencia de pinchazos y caídas, ya que estas últimas fueron las causas de sus abandonos en los duatlones cross de Tomares y Cala.

Nos metemos al agua a esperar el bocinazo, Miguel por la parte delantera y yo algo más atrás, a sabiendas de que mi ritmo en el agua no es muy alto.

Se da la salida. Al principio mucha gente y, como es normal, siempre recibes algún golpe. Muy pocos, contento en este sentido. A los pocos minutos (3, según vi) de salir me doy cuenta de que no he puesto el cronómetro (a pesar de llevar el reloj puesto). Le doy y sigo. Tenía sensación de estar nadando bastante bien. Hay veces que no ves nada. Entre las gafas empañadas, el sol de cara y todo rodeado de gorros del mismo color…nadas por inercia más que sabiendo a dónde vas.


Me quito las gafas, braceo un poco y la plataforma de la T1 está a pocos metros delante de mí. Hago una primera transición más bien lenta, asegurándome de no olvidar nada, incluidos los calcetines. Este es mi cuarto triatlón y era la primera vez que usaba calcetines, y visto lo visto, seguramente los usaré siempre.

Salgo a pedalear. El circuito de ciclismo me parece precioso. Ha cambiado desde 2010 que lo vi yo. Está mucho mejor asfaltado, y en un día sin prácticamente viento…se volaba. Al menos así me sentía yo, y así lo demuestra la media final de casi 32 km/h que saqué en la bicicleta (quitando transiciones). Estaba rodando muy rápido para mi ritmo habitual y cómodo, con una buena cadencia, acoplado pues no tuve rueda delante excepto en un par de kilómetros a lo sumo.

Llego a la última recta antes de girar a la T2, donde antes de la salida había pensado que qué puntazo sería llegar a este punto con fuerza. Así llegué, muy animado. Me cambio de zapatos, hago una T2 rapidísima, y a correr. Junto con las buenas sensaciones en el tramo de bici, este fue el momento de mayor satisfacción de la carrera. Llevar dos segmentos completados y empezar a correr con buenas sensaciones.

Mi ritmo no era muy alto (sobre 5’25’’), pero teniendo en cuenta mi estado actual de forma y los entrenos previos a la competición no estaba mal. En el primer km empiezo a darme cuenta de que el lorenzo estaba pegando fuerte a pesar de ser ya casi las 20.00h. Y en el km 2, reventé. Estaba yendo muy bien después de apretar de lo lindo en bici y considerando mi forma, así que en ese momento me vino el típico flato, dolor en el costado derecho que me impedía hacer una inspiración profunda y que me dificultaba la respiración. Bajo un poco el ritmo y llego al avituallamiento de la primera vuelta. Cojo el agua y decido caminar durante 20 ó 30 segundos, para así poder hidratarme (tenía la boca seca a causa del calor), y de paso recuperar la respiración. Retomo la marcha pensando que tenía que acabar lo antes posible, y poco después de retomar veo a Eli animándome. ¡Gracias mi vida! Qué importante fue aquello, pues me animé y empecé a aumentar algo el ritmo. Me costaba la misma vida, casi no podía, pero tenía que terminarlo a un ritmo decente, sabía que me faltaba ya poco y si tenía que ser de sufrimiento, pues que así fuera.


En el kilómetro 4 deja de dolerme el costado, recupero totalmente la respiración y ya aumento el ritmo sabiendo que la meta estaba cerca. ¡Objetivo conseguido, cuarto triatlón terminado! Nada más entrar veo a Eli que estaba unos metros después de la meta, porque no le había dado tiempo a irse hasta la meta en mi entrada. Le digo que estaba muerto y poco después veo a Miguel.

¡Enhorabuena crack, bien jugado! Me alegré muchísimo de verle en meta, porque sé las ganas que tenía de terminar una prueba combinada tras sus dos abandonos forzados en los duatlones. Además, ¡hizo un parcial brutal de bicicleta! Sólo fui capaz de sacarle 1’03’’, yo con mi Goka Edition II y sus acoples, y él con una Orbea BTT.


Al final, muy satisfechos ambos con el resultado, 1h23’05’’ Miguel y 1h27’19’’ yo, a seis minutos de mi mejor tiempo, conseguido el año pasado en Málaga con un nivel de entrenamiento mucho más intenso, sobre todo en carrera a pie (llevar a un crack como Rubén Romero al lado tirando de ti hace mucho).

Ya estamos pensando en la próxima, Isla Canela el próximo 2 de junio.