Triatleta Pileño: julio 2013

lunes, 22 de julio de 2013

I Carrera Nocturna Matalascañas


Llegó el día de la primera edición de la carrera nocturna de Matalascañas. Miguel me había avisado de esta prueba, y como en principio se disputaba sobre 14 kilómetros, podía ser un buen punto de partida para el objetivo media maratón. La salida era en Cuesta Maneli, y consistía en llegar a la famosa peña de Matalascañas.



Al final, además de Miguel y su amigo Pablo, se apuntó mi compañero de trabajo Néstor. Mi plan de entrenamiento había empezado justo hacía dos semanas, e iba en mejoría. Me recogió Néstor en mi casa de Pilas, y fuimos juntos a Matalascañas. Una vez recogido su dorsal, nos fuimos a la salida. Compartimos la previa, bromeando y haciendo el tonto como siempre, con Miguel y Pablo.

Con unos minutos de retraso, se dio la salida a las 21:37. Miguel y yo habíamos calentado unos metros antes de la salida. Nos deseamos suerte, Miguel, Pablo y yo, ya que nada más darse el pistoletazo, perdí a Néstor de vista, duró dos segundos a mi lado. Iba a ir bastante más rápido que nosotros.

El calentamiento, detrás del pelotón


Los primeros kilómetros transcurrieron bien. Empecé “fuertecillo” para mi ritmo actual de entrenamiento, pero a un ritmo bastante llevable. Íbamos juntos Miguel, Pablo y yo. Encendimos los focos frontales nada más empezar. Al principio no hacían falta, pero posteriormente se hicieron imprescindibles.

Llegamos al kilómetro 7, mitad de carrera, avituallamiento en forma de botella de agua que prefiero guardar para algo más adelante. 41’15’’ a 5’54’’ de media hasta el momento. A partir de ahí, se notó que la marea empezó a subir. Entre las entradas de agua y las zonas de arena blanda, se hizo bastante más dura la segunda mitad. Había que zigzaguear para buscar las zonas de terreno más duro.

Seguimos pasando los kilómetros, y empiezo a notar arena con agua dentro de las zapatillas. Entre el km 8 y el 10 voy bebiendo agua. En estos momentos empiezan a pesar tanto los kilómetros, como la irregularidad del terreno (sobre todo en las lenguas de agua), y noto que tengo una ampolla en la planta del pie derecho y otra debajo de una uña en el izquierdo. Sin embargo, el ritmo no baja mucho, seguimos en torno a 6’20’’, siendo el km más lento a 6’38’’.

El sprint final

En la última parte sigo a Miguel, que se mete por la parte más cercana al mar, donde la arena está algo más dura, aunque también hay charquitos. Me animo y veo claramente que voy a terminar sin problemas. Las ampollas duelen pero ya queda casi nada y no voy a bajar el ritmo. En los últimos metros Miguel aprieta (había ido frenado desde el km 2), y Pablo le sigue. Entro en meta donde está mi familia para animarme. ¡Terminada!

Una carrera preciosa, viendo anochecer al lado del mar, y con la luna llena reflejándose en el Atlántico. Muy satisfecho con el rendimiento, teniendo en cuenta que acabo de empezar a entrenar para la media maratón, y sobre todo por haber sido capaz de aguantar 13 kilómetros por terreno irregular a un ritmo decente.

Es curioso, pero llevé al cuerpo a otro tipo de umbral del esfuerzo distinto al de los entrenamientos. Supongo que suele pasar en las carreras, pero acabé con la sensación de que sin las ampollas podría haber hecho al mismo ritmo otros 7 u 8 kilómetros…

Ahora descansaré un par de días y ya pensaré una solución para correr con las ampollas. ¡El entrenamiento sigue!

viernes, 5 de julio de 2013

Triatlón Cross Sevilla Y Triatlón de montaña Castillo de las Guardas 2013


Se me han acumulado dos crónicas en estas dos semanas de trabajo intenso que he tenido. En primer lugar, primera edición del Triatlón Cross de Sevilla. Muy buena organización, se nota la mano de OFSPORT. La salida iba a ser por la tarde, como siempre que he participado en Sevilla. Después de pegarme un Telepizza con Miguel (no hay que descuidar la dieta xD), tomamos un café y salimos a prepararlo todo.

Recogimos el dorsal, y dejamos las cosas en el box sin contratiempos, todo bastante bien. Empieza la natación. Eran sólo 500m, y fui taponado durante todo el camino, además de volver a sufrir por la entrada de agua en mis gafas (un día de estos me compraré otras).

Cojo la BTT, y veo que el circuito mola bastante. Es de perfil bastante suave, quitando un par de subidas que yo personalmente tuve que hacer bajado. El resto, pan comido, disfrutando como un enano. Los avituallamientos perfectamente colocados. No fueron bidones, como habían puesto en la web, pero una botellita de agua fresca sentaba de maravilla. Al llegar al final de la bici, noto que me faltan un poco las fuerzas y preveo que voy a sufrir a pie.

Y así fue. El calor estaba haciendo su efecto, y lo pagué bastante en la carrera a pie, a pesar de estar bien hidratado. En el primer avituallamiento cogí agua y me paré a andar para tomarme el power gel que Miguel había comprado. A partir de ahí, la carrera fue con paradas a andar intermitentes. Llegué a meta sufriendo mucho a 6’ el km. Menos mal que la carrera a pie era casi toda por la sombra (un detalle).

Y justo una semana después, llegaba el Castillo de las Guardas. Salimos temprano porque teníamos una hora de camino. Desayunamos, y me quedo con la frase del camarero: “apriétate los cojones por los cerros esos”. En cuanto aparcamos vimos qué perfil nos íbamos a encontrar, ya que entre el coche y la meta había una empinadísima rampa en mitad del pueblo.

Dejamos las cosas de correr, y nos vamos en bici hacia el lago de la reserva, ya que en esta ocasión había dos boxes distintos. Se da la salida y nuevamente me veo bastante taponado en la natación. Era un recorrido de ida y vuelta, en el que en la vuelta pude nadar a mi ritmo y adelantar algunas posiciones.

Cojo la bici, y tras un kilómetro llano/en bajada, empieza lo bueno. En plena sierra, unas cuestas increíbles. Al final de la primera de ellas, bastante larga, se me va la bici al lateral y veo que es o poner el pie o caerme. Me bajo, y dado que con esa pendiente me era imposible arrancar, camino unos metros con la bici cogida del manillar, mientras me tomo el power gel con agua. En ese momento pienso en la retirada, pero sigo adelante. Al coronar, una bajada brutal que tampoco me atrevo a hacer montado. Una vez pasado este principio, el perfil, sin dejar de ser bastante durillo, era más “normal”. Cuestas con bastante pendiente, pero no tan largas, asumibles para un globero como yo. A mitad de carrera, avituallamiento líquido que vino de perlas. El circuito de bicicleta también molaba mucho, pero era más sufrido. Llego a los 3 últimos kilómetros que según la web “eran peligrosísimos y más valía arriesgar en otro punto”. Eran bajadas normales, y al ser por carretera, el único peligro era llegar a una curva pasado de velocidad. Pero técnicamente, nada de dificultad.

Comienzo a correr y compruebo que el perfil de la carrera a pie también iba a ser mortal. Así que mi carrera a pie volvía a ser como la semana anterior: paradas intermitentes y un sufrimiento brutal. Esta vez íbamos al sol y la temperatura no tenía nada que envidiarle a la que hizo en Sevilla capital una semana antes. Además, corriendo pegado a los arcenes pisé mal y me torcí el tobillo (dos veces en cuestión de un minuto). Llegué a meta sufriendo muchísimo en 1h46’.

La falta de entrenamiento, debido al poquísimo tiempo que tengo disponible, y al calor de esta época, tiene sus consecuencias. Ahora mi temporada deportiva cambia de enfoque. Haré algún triatlón más, pero mi próximo objetivo es la nocturna de Matalascañas. 14 km en la especialidad que más problemas me está dando últimamente, la carrera a pie. No sé si llegaré a meta, pero servirá como punto de partida para preparar el gran objetivo que me acabo de marcar para este año: la media maratón Sevilla-Los Palacios, en diciembre. Algo totalmente nuevo ya que yo nunca he corrido más de 15km en una misma sesión. Como objetivo ambicioso, bajar de 5’ (1h45’ de total), pero en el fondo el terminarla ya sería un gran triunfo.